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Polvo del camino. 241. Banderas y Gosling. Héctor Cortés Mandujano

Polvo del camino/ 241

Banderas y Gosling
Héctor Cortés Mandujano

Antonio Banderas (Málaga, 1960) comenzó su fama pública de la mano de Pedro Almodóvar, en su natal España, con títulos que ya son emblemáticos y que escribo como los recuerdo, sin orden: Mujeres al borde un ataque de nervios, Átame, Laberinto de pasiones, Matador, La piel que habito… hasta llegar, en 2019, a la que me parece su mejor colaboración, en una gran película: Dolor y gloria.
Cuando ya era una figura reconocida en España, Banderas decidió emigrar a Hollywood y allá ha hecho un poco de todo: basura, cintas medianas y, de vez en cuando, alguna interesante. Este actor a mí me ha perecido siempre, como dicen los españoles, resultón, es decir, que hace bien su trabajo y ya está. Era guapo y musculoso, y llegó a encarnar el asunto del macho latino. Con esas cartas logró infinidad de naderías.
Era difícil, yo así lo veía, que tocara la gracia, la excelencia en sus interpretaciones, salvo en una película que a mí me pareció insospechada, donde además sólo tiene la voz como única arma para hacer su labor: el Gato con Botas, en Shrek 2 (2004).
Me parecen fascinantes sus matices, su capacidad de seducción, su enormísima facultad de hacer entrañable un dibujo animado. Vi la cinta en inglés y en español (él es el personaje en ambos idiomas) y hace una faena maravillosa en las dos versiones.
Banderas me pareció desde entonces ya no un tipo con suerte, y con una imagen que de algún modo le abría puertas a papeles donde hacía el trabajo decoroso que en general hace, sino la voz del Gato con Botas, es decir, alguien ante quien me quito el sombrero… El Gato con Botas es una caricatura que me hace feliz, cada vez que la veo. Después, en Dolor y gloria también me parece que brincó a un escalón interpretativo mayor. No sólo es, pues, mi gato favorito.

Ryan Gosling (London, Ontario, 1980) es otro actor que, según yo, hace correctamente su trabajo: canta, lo mismo que Banderas, y baila, además de actuar. Ha estado en varias películas exitosas y me parece que se cotiza bien como un galán atractivo. A mí no me convence en ninguna de sus intervenciones, aunque creo que técnicamente es irreprochable en Diario de una pasión (2004), Drive (2011), La La Land (2016) y Blade Runner 2049 (2017), por mencionar sólo algunas.
Pone bien la cara en la pantalla, cuida sus músculos, sabe cómo seducir a las audiencias, pero a mí siempre me pareció un chico listo, nada más, hasta que lo vi en Barbie (2023, dirigida por Greta Gerwig). Qué manera de hacer creíble la vida de Ken, un muñeco; qué gran interpretación, qué bien canta y baila (lo había hecho ya en La La Land), qué gran actor… Por supuesto que merecía el Oscar.
Se dice regularmente que no hay papel pequeño, y a mí me pasó que reconocer la valía, el talento, la capacidad de interpretación de estos dos actores famosos llegó por las vías menos esperadas: cuando uno hizo de un gato y el otro de un muñeco. Pero es que lo hicieron fantásticamente…
Ilustración: HCM.
Ilustración: HCM.

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racademia

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