Cofre de cuentos

Polvo del camino. 235. Los pobres, fuente de riqueza. Héctor Cortés Mandujano

 Polvo del camino/ 235

Los pobres, fuente de riqueza
Héctor Cortés Mandujano

Ya somos todo aquello
contra lo que luchamos a los veinte años

José Emilio Pacheco,
en “Antiguos compañeros se reúnen”



En Yo no me llamo Rubén Blades (2018), documental escrito y dirigido por Abner Benaim, su protagonista, el cantante Rubén Blades, habla de sus inicios y cuenta que escribió una canción de una persona muy pobre y que él, que también lo era, de pronto empezó a ganar dinero con la canción y que ésta la conectó con otras oportunidades y siguió ganando dinero hablando de la gente que no lo tenía. Esto le supuso un problema de conciencia del que, quién sabe cómo, pudo salir. Hablar de los pobres, puede volvernos ricos.
Silvio Rodríguez en “Canción con harapos” (del disco Causas y azares, 1986) dice: “Qué fácil es engañar al que no sabe leer./ Cuántos colores, cuántas facetas
tiene el pequeño burgués. […] Desde una mesa repleta, cualquiera decide aplaudir/ la caravana en harapos de todos los pobres./ Desde un mantel importado y un vino añejado,
se lucha muy bien. […] Qué fácil es protestar por la bomba que cayó/ a mil kilómetros del ropero y del refrigerador”. En una entrevista, Silvio dijo que la canción la escribió incluso como una autocrítica: él protesta por muchas cosas desde su posición de privilegio…
En su libro autobiográfico Si me permiten actuar (1986), Enrique Cisneros (1948-2019), el Llanero solitito, actor disidente, critica a Gabino Palomares porque su canción “La maldición de Malinche” fue, dice, la bendición de Gabino. La crítica a los poderosos, parece decir, a veces nos hace poderosos.
Cecilia Boal contó en una entrevista de televisión que Augusto Boal, célebre hombre de teatro brasileño, presentó, con una compañía, una obra de teatro ante campesinos que al final los impelía a defender la tierra con su vida. Un campesino se acercó a ellos y les pidió que se les unieran a un enfrentamiento que tendrían al otro día con un terrateniente y su ejército. Boal les dijo que ellos eran actores. El campesino les dijo, entonces, “ah, la sangre de la que hablaban no es la suya, es la nuestra”. El arte y la realidad siempre tan alejados.

En la película Tiempo de huracanes (2023, dirigida por Elisa Miller), basada en la novela de Fernanda Melchor, se retrata terriblemente la maldad, el asesinato, la falta de principios de los protagonistas, todos desposeídos de fortuna económica, pobres, paupérrimos. Pero la peli costó millones y la novelista debe haber ganado bastante por lo que escribió (su libro está traducido a más de 30 idiomas) y por los derechos vendidos para el cine.
No sé si eso sea bueno o malo. Así es.
Leo Falsa liebre (Mondadori, 2022) donde asientan que esta joven narradora, Fernanda Melchor, nacida en Veracruz, ha ganado muchos premios nacionales e internacionales. Falsa liebre es también la historia (bien escrita, bien tramada) de mucha gente pobrísima que se droga, se prostituye, roba, mata sin cesar.
No sé si Fernanda viene de ese estrato social o lo conoce bien o sólo tiene mucha imaginación y decidió que su literatura giraría en torno de Los olvidados, como llamó Buñuel a su película que es un retrato de fuera (Buñuel hizo arte con lo que tuvo a mano) de la gente a la que, según estas historias, no sólo viven en la miseria económica, sino también (dicen películas, novelas, canciones) en la pobreza moral y espiritual. Y esa gente pobre, pese a todo, produce riquezas. De ellos viven, por ejemplo, todos los políticos…



Ilustración: HCM.
Ilustración: HCM.

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racademia

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