Cofre de cuentos

Polvo del camino. 233. Ladrones raros. Héctor Cortés Mandujano

Polvo del camino/233

Ladrones raros
Héctor Cortés Mandujano

Voy a relatar lo que a mí me sucedió…

Famosa canción compuesta por Muñeca Acuario
e interpretada por, entre otros, La sonora santanera

Más de las que quisiera han entrado ladrones a las casas donde he vivido. Me han robado lo que podríamos llamar nimiedades (una máquina de escribir que me costó mucho comprar; aparatos electrónicos, pantalones, zapatos…) hasta llevarse todo, hace varios años: camas, mesas, objetos, ropa, fotografías, bote para el papel de baño y rollos nuevos de papel. Hicieron varios viajes. La casa quedó vacía por completo.
Sin embargo, en la galería de ladrones, en los actos de robo, tres han destacado por la extrañeza de su hazaña.
Cuando vivíamos en Tuxtla, hace más de veinte años, teníamos una muchacha que nos ayudaba en los oficios de casa. Una tarde se encontraba llenando una bolsa de nailon transparente con hojas secas, en el patio. Mi mujer por casualidad estaba frente a ella y se dio cuenta de que había colores vivos al fondo de la bolsa. Le pidió revisarla y descubrió que se llevaba cuatro o cinco de mis boxers. Yo ya me había quejado de que cada vez veía disminuir mi ropa interior. La muchacha, ante los reclamos de mi mujer, le dijo que se había llevado varios más, en otras ocasiones. Los trajo. Eran muchos, exclusivamente míos. Nunca entendimos si lo suyo era fetichismo, nunca la volvimos a ver.
Mi amiga Lidia Peña decidió organizar mis cientos de diplomas por año, los programas de mano de las obras de teatro en las que he participado (de 1982 en adelante) y las invitaciones a presentaciones de mis libros (de 1990 en adelante). Los juntó todos en un maletín de papel cartulina. Era muy obvio que era de papel y, por su peso, que no contenía nada valioso. Pues aun así alguien entró en mi biblioteca, en Berriozábal, y se lo llevó. Lo triste es que se robó mi historia documentada y, seguramente, cuando vio su “botín”, tiró mis muchos recuerdos a la basura…
Hace poco, en junio de 2024, entró un grupo de al menos tres personas a nuestra casa. Un vecino logró detener la rapiña, porque les cayó con las manos en la masa; abandonaron con prisa el lugar, aunque ya se habían llevado lo previsible: aparatos electrónicos, herramientas, mis zapatos (me han robado tantos zapatos en mi vida que, si los ladrones se juntaran, ya podrían poner una pequeña zapatería) y varios objetos de ornato… dejaron en bolsas y apartados lo que ya consideraban propiedad suya. Lo previsible también, salvo por un detalle: habían juntado una colección de libros míos, es decir, escritos por mí, que se llevarían. De nuevo el pasmo. ¿Para qué los quieren? ¿Son mis lectores? ¿Creen que tienen un valor especial –algunos, para mí sí: son ejemplares únicos; suponen que en algún lugar alguien les dará un buen dinero por ellos? Qué utopía.
Un amigo que llegó en esos días y vio el montón de libros míos, apartados por los ladrones, dijo como una broma: “Son tus fans”. Vaya adoración.
Hubo un libro, que obviamente no es mío, que también encontramos en una de las bolsas abandonadas: El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald. Qué ladrones tan raros.
Ilustración: Juan Ángel Esteban Cruz.
Ilustración: Juan Ángel Esteban Cruz.

Author

racademia

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