Sombreros de la Ocurrencia

Polvo del camino. 218. Paz de domingo. Héctor Cortés Mandujano

 Polvo del camino/ 218

Paz de domingo
Héctor Cortés Mandujano

En el jardín, la vida se sucede
con la violencia acostumbrada

Aurora Bernárdez

Leo en la sala de la televisión, en la mañana de un domingo fresco.
Mi gata me saca con violencia de mi concentración, porque maúlla de un modo extraño: me hace suponer que algo doloroso le ha ocurrido. No la veo, me incorporo y la encuentro junto a la puerta de vidrio corrediza –que divide la sala de televisión del comedor– frente a una lagartija con penacho y grandes patas (turipache o pasa río le llaman), que se muestra acezante y al acecho, enfurecida y con miedo.
Supongo que mi gata intentó morderlo y él/ ella (imposible para mí saber su género) se defendió. Y allí están, tomándose la medida, acechándose, tratando de adivinar quién dará el siguiente paso, quién intentará un nuevo ataque.
Llamo a mi mujer, quien al verlos advierte con claridad la situación. Uno de los dos abraza a la gata y el otro abre la puerta e intenta que el animal asustado pueda salir. Cuesta, porque corre y se detiene previendo una artimaña.
Sale al fin al jardín, donde queda camuflado entre las hojas secas. No se mueve.
Cerramos puertas y ventanas para que la gata no salga. Pasan las horas y nos asomamos para ver si ya se movió el que parecía estatua, y sí, ya no está.
Mi mujer se ocupa en sus cosas y yo en las mías.
Oigo un ruido en la cocina que de nuevo me distrae –golpes contra la estufa, dados al parecer con una vara– y voy para allá. La lagartija, quién sabe en qué momento que dejamos la puerta abierta o quién sabe cómo, de nuevo se metió. No tuvo mucha suerte esta vez, porque mi gata la tiene casi muerta, en los últimos coletazos contra la estufa.
No le aviso a mi mujer y la dejo sola con su trofeo. Cuando vuelvo a verla tiene la punta de la cola a punto de desaparecer en su hociquito. Concluye su ingesta, apenas salpicada con la sangre de su víctima, y busca uno de los sillones para dormir. Se acomoda y cierra los ojos. Se le ve en completa paz.

Ilustración: Alejandro Nudding.
Ilustración: Alejandro Nudding.

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racademia

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