Tío Chico que Vuela

Polvo del camino. 207. Agnición. Héctor Cortés Mandujano

 Polvo del camino/ 207


                       Agnición
                    (Minificción)
              Héctor Cortés Mandujano

                                                  Años que albañilean
                                             y años de derrumbamiento

                                                   Eduardo Darnauchans,
                                         en su canción “El instrumento”

En short, con tenis y una playera ajustada me incorporo al enorme grupo de corredores que, supongo, participarán como yo en esta carrera.
Llega uno y me saluda como si fuéramos amigos de toda la vida.
—¿Cómo te sientes?
—Muy bien.
—Qué bueno verte. Supongo que ya sabes de qué se trata esto.
—No mucho.
—Tienes que correr hasta que ya no puedas. No te fijes en los demás; no compites contra nadie ni siquiera contra ti. Corre nomás. El asunto es que llegues a donde llegues habrá alguien que te explicará el siguiente paso. Suerte.

No sé si hubo un disparo o una indicación para salir, salvo que me di cuenta que ya arrancaban los de al lado y me tiré a correr. No sé por qué llegó a mi mente una canción de Eduardo Darnauchans: “Conocerse, claro está que necesita su tiempo, con años que albañilean y años de derrumbamiento”.
Discipliné mi zancada y me concentré en avanzar: “Pero cuando todo es potro, mujer, baile, vino, viento, y la carne nos sostiene más que el hondo hueso, ¿qué vas andar preguntando si te das por lo derecho?”.
Algunos, varios, van mucho más adelante que yo; otros, muchos también, van detrás; algunos, pocos, a mi lado, a la misma velocidad. Me concentro en la respiración y en la voz imaginada de Darnauchans: “Si es tu voz la que te dice si la promesa es lo cierto. Y de pronto se volaron la mujer, el vino, el fuego que sostenía las carnes, el temple del instrumento”.
No sé cuántas vueltas le di a la canción (no sabía que me la sabía tan bien). Varios se detenían, rebasé a quién sabe cuántos, hasta que sentí que ya no podía dar un paso más. Me detuve, empapado de sudor, con la respiración pesada, las piernas agotadas, tensas. Di un par de pasos y de pronto la vi. Venía hacia mí, con una especie de sonrisa en los labios. Era andrógino su movimiento, su figura, su ser.
—Hola, sé que no puedes responderme porque estás extenuado. Mueve tu cabeza para decirme que sí o que no.
Hizo una pausa después de cada pregunta, como para escuchar mis mudas palabras.
—¿Ya te diste cuenta de que va esto?
—¿Sabes dónde estás?
—¿Tienes una idea de quién soy?
Moví la cabeza afirmativamente las tres veces. Esto era agnición, anagnórisis, reencuentro. En mi cerebro (en ese momento entendí por qué recordaba la canción) me dije como respuestas: Esta es la última carrera. Se ha desarrollado en un lugar que no es la tierra. Y sí, eres la muerte.




Ilustración: HCM.
Ilustración: HCM.

Author

racademia

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *