Polvo del camino/ 204
Cuatro mujeres: cuatro
Héctor Cortés Mandujano
La literatura es una forma elegante del rencor
María Negroni
Aunque es breve, El corazón del daño (Penguin Random House, 2021), de María Negroni, es una rápida biografía –de niña al día de hoy–, revisión personal de sus libros anteriores, el amor, la lucha, la salida de Buenos Aires a Nueva York y la vuelta, el matrimonio, el divorcio, la nueva actitud sexual. El tema central, sin embargo, es la relación conflictiva de la autora con su madre. El libro me parece genial.
[Conocí a María Negroni en un encuentro de escritores en Chiapas. La vi de pronto. Me impactó su belleza y su elegancia. Luego la oí leer y me enamoró por completo. Me sentí un adolescente (no lo era) ante una diosa. Mi gran momento fue cuando un día después de mi lectura (ella estuvo ahora en el público), yo desayunaba con un par de amigos, ella se acercó a mí, creo que me tocó el hombro y me dijo algo así como “me gustó lo que leíste”. Para ella yo supongo que fui nadie, para mí fue sentirme eléctrico de la cabeza a los pies. Cuánta magia sentí, qué fácil fue ser feliz.]
Dice María insistentemente que sus recuerdos de niña no coinciden con los de su madre: No/ sí había libros, Sí/ no había perros negros en el jardín, Sí/ no te quedaste sola en la calle con tu hermanita (p. 11): “Mi madre: la ocupación más ferviente y más dañina de mi vida. Nunca amaré a nadie como a ella. Nunca sabré por qué mi vida no es mi vida sino un contrapunto de la suya, por qué nada de lo que hago le alcanza”.
Sabe que no hará un libro convencional (p. 15): “Un día empiezan a aburrirnos los libros que entretienen (ya lo advirtió Baudelaire, divertirse aburre) y nos volvemos adictos a la escritura indócil, la que acentúa su rareza, se concentra en la historia de nadie, los problemas de nadie, el significado del mundo y la eternidad”.
En este libro (“Esto, en suma, no es un libro”) cabe todo (p. 37): “Muchos años después, una maestra de yoga me dijo, sencillamente. Sufrir es una decisión. Una decisión cognitiva, agregó”.
De nuevo trabaja sobre una idea de Baudelaire (p. 49): “…en la experiencia estética interviene algo del orden del crimen y la taxidermia, que todo artista es un dealer de la muerte, que canibaliza la vida y la transforma en fantasma material”. Cita a varios autores, varios libros. Thomas Mann (p. 66): “Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia”.
Escribe frases lapidarias (p. 69): “El odio es lo que parece, un amor herido”; (p. 104): “El abismo no tiene biógrafo”; (p. 128): “La claridad no es más que la cara amable de la sombra”, y en la misma página: “La verdad es la más peligrosa de las mentiras”.
Habla de sus propios libros (p. 79): “Escribí poemas que son prosas, ensayos que no creen en nada, biografías apócrifas, y hasta dos engendros de novelas que proliferan hacia adentro como una fuga musical”.
En los caminos del azar, cita el libro que comenté la semana pasada (p. 120): “… de dónde salió esa chica rubia que movía el pelo al reírse, y acabó llevándose la belleza del marido”.
La madre atraviesa todo (p. 139): “Yo amaba como vos, Madre, aborreciendo. En esto nos parecíamos: nunca me puse de rodillas, nunca seré melodramática, no soy demostrativa”.
Escribe, casi en el final (p. 142): “La vida hace estragos. Soy ahora una mujer desnuda”.
Una gran experiencia leer a María Negroni.

*Sobre el autor:
Héctor Cortés Mandujano
Narrador, dramaturgo y periodista cultural
Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.
Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.
Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).