Según la Real Academia Española de la Lengua, frenesí, es: “Delirio furioso” o “violenta exaltación y perturbación del ánimo”. Nosotros, en La Rial Academia de la Lengua Frailescana afirmamos que frenesí: “es la magia con la que nació el Piña”. Jorge Moreno Pereyra, fue un personaje non (sin cuachi): alto, gordo macizo, ocurrente y tunante. Solo estudió la primaria, pero, inteligente de nacimiento no le faltó más. Exploró la bracería en los Estados Unidos y regresó al pueblo ya “logradito”. Practicó el basquetbol e ingresó a la Asociación de Charros. ¡Se casó con doña Lolis! Vive a media cuadra del parque, frente a la iglesia evangélica (La Picuda). En su garaje habilitó una pequeña abarrotería, vendía un poco de todo, principalmente plásticos (cubetas, bacinicas, vasos, platos, y demás) a su improvisada tiendita la llamó: “Automercado Lolis”.
Asistió a una competencia nacional de charros en Zacatecas. Precavidos, los frailescanos reservaron los cuartos de hotel necesarios. Una fría madrugada de invierno llegaron a la ciudad norteña. El Piña y dos compañeros compartían habitación. En la recepción del hotel, un charro regiomontano con esposa e hijos pequeños buscaba habitaciones. Los hoteles de la ciudad estaban saturados.
El Piña, siempre ha tenido muy claro el concepto de lo que es correcto.
—Muchachos —le dijo a sus compañeros—, no podemos permiti que la familia de un compañero charro sufra: les demo nuestro cuarto y nosotro nos acoloquemo ‘onde sea, que nos pongan unos catre —no muy contentos pero aceptaron.
—Amigo —le dijo al Neolonés—, tomen nuestro cuarto con tres camas, se los damo con mucho gusto.
Al charro norteño le impresionó la amabilidad, buena disposición y porte del Piña. Aceptó. Agradeció a todos, y más a Jorge.
El evento duró una semana; el Piña y su nuevo amigo se encontraban a menudo, éste no cesaba de agradecer y agasajarlo. Es curioso, a pesar de los recién creados lazos de amistad, no se habían presentado.
Cuando ya partían, se encontraron en el lobby del hotel.
—Señor, quedo en deuda con usted. Cuando pase por Monterrey no deje de visitarme —le entregó su tarjeta personal—. Me llamo Agapito Garza Sada, Vicepresidente del Grupo Monterrey. Ahí, estoy a sus órdenes.
Ganarle un desplante al Piña es bien difícil. No tenía tarjeta, no las usaba. En una servilleta de papel garrapateó sus datos.
—Amigo, Agapito —dijo—, no me debe nada y cuando pase por Villaflores búsqueme —le dio la servilleta, infló el pecho, y cerró el diálogo como él sabe—: Me llamo Jorge Moreno. Socio capitalista del Grupo Doña Lolis, a media cuadra del parque, mero enfrente de “La Picuda”.
El Grupo Monterrey comercia con muchos países alrededor del mundo con ganancias millonarias en dólares, al único que le da fiado, es al “Grupo Doña Lolis” ¿Por qué? Porque Jorge Moreno, “El Piña” ¡Tiene frenesí, aun en el cielo, donde seguramente está!

Enrique Orozco González (Kike)

Author

racademia

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *