Sombreros de la Ocurrencia

Polvo del camino. 196. La vida de Fleancio. Héctor Cortés Mandujano

Polvo del camino/ 196

                   Evocadas páginas de otro libro/XIV
                         La vida de Fleancio
                      Héctor Cortés Mandujano

La ambición, como el amor, puede ser inagotable. Las brujas le habían dicho a Macbeth que sería rey, y ya lo era. No tenía hijos y, por tanto, no tendría sucesor. A Banquo, su compañero de batallas, en cambio, las maléficas le habían dicho que sería padre de reyes, y que habría una lista de monarcas que vendría de sus genes. 
	Decidió matar a Banquo. ¿Por qué? Él, decíamos, no tenía hijos. Banquo sí. ¿Sólo por eso? Si no eran los hijos de Banquo, serían otros los reyes. Daba lo mismo, ¿no? El odio es irracional, la envidia es estúpida. Matar a Banquo para que su hijo, su descendencia no pudiera reinar era como querer detener la lluvia que cae del cielo. Tonto por donde se vea. El poder enceguece.
	Tal vez su decisión tenía que ver que cuando las brujas aparecieron él tuvo miedo y Banquo no. ¿Era eso? Él tembló al oírlas y Banquo les dijo: “No solicito sus favores ni su odio, pero no les tengo miedo”.

Llamó a tres sicarios.
	—Hoy saldrá Banquo a pasear. “Nadie sino él me amedrenta”. Quiero que lo intercepten y lo maten. Irá con su hijo. Él también debe morir. Ordeno que los dos se vuelvan cadáveres.
	Salieron los asesinos y estuvieron pendientes de Banquo y su hijo. Los vieron tomar camino y los siguieron.

Eran tres los asesinos y dos las víctimas. A Banquo lo ultimarían entre dos, porque era un soldado, un héroe de guerra. Aunque contaban con la sorpresa, no sería fácil. Banquo nunca dejaba sus armas.
	Los más fuertes y duchos se aliaron en contra del hombre. Banquo quiso defenderse. No pudo. Alcanzó a gritar.
	—¡Huye, Fleancio!
	El niño, también sorprendido, vio cómo su padre caía chorreando sangre y cómo un hombre blandía un cuchillo buscando su pequeño corazón. Pasó debajo de sus piernas y salió como bólido. Los tres lo persiguieron, pero ¿pueden viejos perros alcanzar a un guepardo en la plenitud de sus fuerzas?

Macbeth fue informado del fracaso. Se enfureció. Hizo luego una escena de miedo cuando vio el fantasma de Banquo en un banquete. Macbeth después fue muerto por Macduff y supo que lo que dicen las brujas viene de la boca del diablo.
	Fleancio, inexorablemente, se volvió rey.

[Agrego palabras a Macbeth, de William Shakespeare. Los hechos que se imaginan aquí no se cuentan, aunque están sugeridos en el acto tercero, escenas I y III.]

                  
Fundación UNACH A.C.




*Sobre el autor:

Héctor Cortés Mandujano

Narrador, dramaturgo y periodista cultural

Finca El Ciprés, Villaflores, Chiapas, 1961.

Sus publicaciones, una amplia colección, abarcan varios géneros: Cuento, dramaturgia, novela, relato, ensayo y varias coautorías. Ha sido antologado en libros y revistas especializadas.

Aunque desde hace varios años se ha abstenido de participar en concursos y convocatorias, tiene varios premios y reconocimientos por su actividad literaria, mencionamos algunos: Premio Puerta 2010 al Mejor Dramaturgo, otorgado por la Asociación de Periodistas Culturales de Chiapas “Trozos de sol”; Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos, con Aún corre sangre por las avenidas (2005); Premio Estatal de Novela Breve Emilio Rabasa, con Vanterros (2004).

Author

racademia

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