Tres veces me he caído de la cama en la que duermo, deberían ser más, pues siempre he dormido al filo de la navaja. De soltero en cama individual, justo en la orilla. Me casé y la cama creció, una matrimonial y yo, necio, en la orilla. Mi abnegada compró varias camas, cada vez más grandes, me preguntó:
—¿Te gusta?
—Me da igual —respondí— ¡Yo soy orillero!
¿Por qué? No sé, solo o con Dora Celina, termino durmiendo en la pura orilla con un brazo colgando fuera de la cama.
De muchachito me caí de la cama al soñar que brincaba de una piedra a otra en Matzumón, mi refugio acuático favorito, caí cual vil sapo, pero el joven sapo tardó más en llegar al piso que en levantarse, sin ayuda, nadie se enteró. La segunda caída fue hace diez años, dormía la siesta y soñé que yo era Lev Yashin, “La Araña Negra”, futbolista, portero de la selección rusa. Jugábamos en Maracaná contra Brasil, Pelé me mandó un riflazo al ángulo, me estiré tanto, pero tanto, que salí del estadio, caí de la cama y un calambre en mi canilla cayó conmigo. Grité pidiendo ayuda, pasaron varios minutos, llegó mi abnegada y llamó a nuestros hijos que me levantaron.
Hace unos días, en YouTube vi cómo se lanzan en Acapulco los clavadistas de “La Quebrada”, ellos esperan el retorno de la ola en la grieta para tirarse. Me impresionó tanto, que soñé era uno de ellos (lo bueno es que no estaba en lo más alto) observé como entraba y salía el agua, asi estuve un buen rato, pero los turistas me presionaron para que me lanzara, me persigné y “chungún”, caí al duro piso, ignoro cómo mi cabeza libró el buró, el “ranazo” se oyó en toda la casa. Un calambre acompañó el clavado, de seguro por el esfuerzo cuando salté de la piedra. Eran las cuatro de la madrugada, Dora Celina prendió la luz y llegó en mi auxilio, luego bajó Mirta y Wili al último.
Mi hijo comentó: “a la cama de mi papá hay que colocarle un barandal, mañana mismo lo compro.
Mirta opinó: “compre también pañal desechable, pues ya no tarda en necesitarlo”.
Yo hablé: “… Baranda, pañal, solo me falta un chupón, pa’ regresar a mi infancia”.
Dora Celina murmuró: “mañana mismo le compro su chupón, no vaya a queré otra cosa”.

Enrique Orozco González (Kike)
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racademia

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