A 2627 metros sobre el nivel del mar. El oxígeno de la mejor calidad. El concierto de sabores, acarician el paladar.Todo sabe exquisito, la sopa caliente de acelga, el atole de tamarindo, los frijoles y los huevos calientes, un desayuno envidiable. La compañía de los anfitriones con una conversa llena de intensidad y libertad.
Luego con la panza llena, tocó hacer la ruta sobre el camino serpeteante que a la vez son terrazas llenas de inmensos colores, los agapandos blancos y azules, astromelias, Carmelitas, gladiolas y desde luego la milpa, la nopalera, los duraznos y manzanos se nota el espíritu de quien las cultiva, es el mero dueño de ese refugio dentro de las nubes.
Durante la caminata intermitente, la majestuosa presencia de pinos, fresnos, abetos, nogal, chachagua, hasta un limón persa batallando en lo alto de la montaña. La corteza de los árboles llenas de musgos, las flores rojas con ligeros y bellos colibrís, a ratos el viento en las mejillas, las gotas suaves que luego vinieron más juntas.
En el triángulo de la estancia, la mirada se pierde en la niebla.El postre, durazno del huerto en almíbar con el rompope hecho en casa, luego un higo con queso. Agasajo constante a los invitados que nos sentimos en casa. Un digestivo de hinojo, se paseó por nuestros sentidos.
El encuentro de los amigos de la infancia ahora en la edad sexagenaria y voluptuosa. Tanta memoria, tanto que han visto nuestros ojos, cuánto han escuchado y cuánto hemos tentado. Los temas de la confianza abierta.
Así fue un día de verano en el refugio con el Nieto de un ahijado de mi abuelo Natividad. Nos une el origen, el camino universitario y muchas coincidencias. Soy su mero amigo y eso no es fácil.
Un abrazo agradecido Chico y Blanquita amigos queridos

Puede ser una imagen de 2 personas y niebla

Author

racademia

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *