¿Por qué dos hermanas son tan distintas? Luna y Sol compartieron papá y mamá, pero pintaron diferente. Luna: alta, hermosa, cuerpo de modelo, vanidosa y antipática. Sol: chaparra, cacariza, buen carácter, alegre como cumbia colombiana.
Ariosto, mi amigo (bueno… no me gustaban algunas cosas de él): en vez de saludar, te reclamaba: “Ayer te vi, en el parque y no me saludaste, ¿Te caigo mal o qué? Debías convencerlo que no lo saludaste porque no lo viste. Otra: “Me contaron que en la reunión de anoche hablaste mal de mi ¿Te caigo mal o qué?”. Había que aclararle que no era el único del que hablabas mal, hablabas mal de todos.
Por eso, cuando Luz Clarita, mi prima, me presentó a las hermanas Luna y Sol, me gustó Luna e inicié mi labor de conquista. Ví a Sol y pensé: “por teléfono se la voy a presentar a Ariosto, la va a querer conquistar, cuando la mire me va a mentar la madre, y me burlaré de ese güey”.
—Ariosto —puse cara de cupido—, este teléfono es de una chica que te quiere conocer, le platiqué de ti, sería bueno que le hables, te la dejé a punto de turrón.
—¿Qué tal está?
—Te la describo con una palabra ¡Super!
—¿Y por qué tan generoso? —se puso sospechosón.
—Yo ando tras la hermana y ella hace mal tercio.
Le entregué el número telefónico de la casa de Sol (todavía no había celulares), y esperé el resultado.
—Mañana salgo con ella —me informó—, Sol tiene una voz de ángel.
Cierto, tenía voz de terciopelo, como de aeropuerto anunciando los vuelos, pero ya me regodeaba con la reacción de Ariosto cuando se diera cuenta de la broma.
Pasaron los días y Ariosto normal, como siempre, no me reclamaba. Me descontrolé, seguro no se han visto —pensé—. Mi romance con Luna no prosperó y dejé de verla. Ariosto seguía sin reclamarme, una vez lo encontré:
—¿Cómo te va con Sol?
—Viento en popa —contestó.
Pensé: “¿Será que este güey se equivocó y anda con Luna, y por eso ella no me peló?”.
—¿Conoces a Luna?
—Sí —dijo—, pero casi no nos vemos, las hermanas no se llevan muy bien, yo estoy feliz con Sol.
Un día platiqué con la hermana de Ariosto, me dijo:
—¿Sabes cómo conoció Ariosto a su novia?, es la muchacha más fea que conozco, alguien que no lo aprecia seguramente se la presentó.
Por supuesto no me incriminé, negué moviendo la cabeza. Sí, Ariosto andaba con la fea ¿Qué pué?
Luego supe que pensaban casarse, Ariosto estaba feliz. Sol trabajaba en una Boutique (salón de belleza) de alcurnia, cobraban carísimo.
—¿Te vas a casar vos Ariosto?
—Ella tiene muchas cualidades, de puras propinas gana un dineral diario y me da toda la papeliza.
—¿Toooda? —pregunté.
—No te hagás pendejo —dijo—, te salió el culo por la tirata… Perdón… el tiro por la culata. Por cierto ¿Querés ser padrino de trago?
—¿Qué trago?
—¡Tragálo tu bilis o alguna otra cosa pior!

Enrique Orozco González (Kike)
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racademia

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